Kaskaritas, el escape de cosas serias en la vida, siendo apenas unos niños, como las tareas escolares. La excusa para pasar un buen tiempo con los amigos, creer que por un momento eras ese jugador que veías en la tele cada semana y otras veces una oportunidad para descansar de presiones que nos asechaban.

Dejar por un momento de preocuparte de lo que ocurría tu alrededor jugar, discutir por reglas no escritas y otras que cambiaban sobre la marcha. Un juego en la calle de cemento, cemento que servía como la plataforma de las batallas más épicas, juegos disputados con la seriedad de quien se asegura que las piedras que fungen como porterías estén colocadas a la misma cantidad de pasos la una de la otra, pero a su vez permitía que la línea de banda se extendiera hasta que los jugadores que disputaban el balón se dieran cuenta que estaban ya muy lejos de la acción. Juegos que a la fecha son recordados por la mayoría de los que tuvieron la dicha de haber participado.

Allí no importaba el marcador ni quien fue el mejor durante las largas horas que duraba el partido, todo se definía cuando alguien gritaba en medio del cansancio “Gol gana”.

Al final no había ganador o perdedor el punto del juego era eso, jugar, divertirse, pasarla bien y si se podía, meter el gol del gane.

Kaskaritas juguemos, divirtámonos y pasémosla bien

“Gol gana”